No es una Meta, es un LLAMADO
- Adriana Murillo
- 12 feb 2015
- 3 Min. de lectura

Hace unas 2 semanas me resfrié y me quede con una tos y un asma horribles. Por lo que no había podido volver a mis clases de zumba. Ayer en la noche decidí que hoy lo iba a intentar, así que aliste la ropa del gimnasio y la puse a la par de la cama y me acosté a dormir temprano, bueno relativamente temprano para alguien nocturno. Hoy amanecí todavía con un poco de asma, pero sentí que aun así valía la pena intentarlo, sobre todo porque me acorde de lo que dije en la última charla de Hechas Para Más y sabía en el fondo de mi corazón, que tenía que respaldar mis palabras con acciones en mi propia vida. -No es una meta, es un llamado-, recordé que no tengo que hacerlo, pero puedo hacerlo. No se trata de que tengo la obligación de ejercitarme, pero estoy llamada a cuidar mi cuerpo que es templo del Espíritu Santo. No de una obligación o un martirio, es una invitación y una oportunidad. Así que me puse las tenis y me fui. Después de todo, siempre que dejo que la pereza me venza, me arrepiento al final del día. Pero nunca me he arrepentido de haber hecho el esfuerzo de ponerme las tenis y salir.
Entonces, llegue a la clase y me puse a bailar, debo admitir que durante la primera media hora me estuve ahogando, sólo podía repetir en cabeza, -Dios dame fortaleza-. Quería rendirme, irme a mi casa y descansar, pero me quede y al final de la clase me di cuenta que ya respiraba bien y que lo había disfrutado más que antes. Porque por un tiempo no pude por cuestiones físicas y ahora que puedo no debería dejar de hacerlo por una actitud mental. Saben, esto es solo un ejemplo, pero creo que así es todo en la vida. Desarrollar hábitos como leer la Biblia, comer saludable, ser paciente y amable, honrar a nuestros padres, no mentir, ser puntual, etc., son procesos que se caminan día a día. Todas y cada una de ellas son oportunidad, cosas que "podemos" hacer no que "tenemos" que hacer.
Hay personas que no tienen la posibilidad de leer biblia porque es prohibido en su país o no la tienen traducida en su idioma. Hay gente que está en una cama con suero y no puede comer. Hay quienes tienen problemas psicológicos, donde ser amable y paciente no siempre es una opción consiente. Hay gente que ya no tiene sus padres vivos para honrarlos o quizás nunca los conoció. Ahora con esto no quiero hacer sentir mal a quienes están en esta situaciones, porque la verdad es que todos tenemos nuestra cuotas de provisión o nuestra cuota de carecías.
La pregunta es, ¿Nos quejamos más de lo que carecemos, de lo que agradecemos por lo que tenemos? ¿Qué hacemos con las cosas que Dios nos ha dado? Hoy yo tengo salud, tengo biblia, tengo a mis padres, así que HOY, hoy puedo ejercitarme, hoy puedo leer, hoy puedo amarlos y honrarlos. Francamente, no tengo que, no es una cosa de vida o muerte y si no lo hago, Dios no me va a amar menos, el mundo no se va a acabar y yo no me voy a morir. Pero si lo hago, no solo será de bendición para mí y quienes me rodean, sino que también tengo la oportunidad de poner una sonrisa en el rostro de Dios. Porque al honrar las cosas que ha puesto mi vida, lo honro a El quien me las dio. Así que hoy las quiero motivarnos a ponernos la tenis, a sacar nuestras biblias, a amar con bondad, paciencia y respeto a todos lo que nos rodean. No porque tenemos que, pero porque podemos, y porque Dios nos está llamado e invitando a hacerlo.
Acá les dejo un cuadro que vimos en la charla de “Cambio que Perduran” y que nos puede servir para entender la diferencia entre una meta y un llamado. La diferencia entre lo que yo quiero lograr en mis propias fuerzas, y lo que Dios quiere lograr en mi con Sus fuerzas. Espero sea de provecho.

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